viernes, 26 de octubre de 2007

Métodos encubiertos: El “Gran Hermano” de la Información









Los métodos para buscar información para elaborar un texto informativo parecen estar sufriendo una fusión con los que se utilizan con fines de investigación policial. Esta disolución entre dichos campos, puede hacer que perdamos de vista el verdadero sentido del trabajo del periodista, el informar responsablemente y sobre todo ejerciendo como tal.



Ayudar a pensar y a entender, volver al ciudadano, vigilar al poder, fomentar la discusión o crear comunidad son las cinco características más importantes según Rosentiel que deben formar parte de la labor de un periodista, pero para conseguir llegar a estas cinco reglas de oro ¿se pueden utilizar cualquier camino? Esta es la pregunta que debemos hacernos cuando escuchamos, vemos o leemos un texto informativo.

Hay que tener en cuenta que el tipo de fuentes y sobre todo el como se ha tratado a la misma es tan importante como el texto que se redacta finalmente con la información obtenida. Pero ¿cómo se ha de conseguir esa información? Es lógico pensar que siempre se ha de hacer desde una ética profesional aceptable, pero ¿siempre es así? Actualmente se ha podido observar que uno de los métodos para conseguir información más extendida son los métodos encubiertos. Éstos, para los menos documentados en el tema, son aquellas fórmulas por las que un periodista sin darse a conocer consigue información sin que la fuente sepa que está siendo utilizada como tal. De esta práctica se pueden obtener documentos de todo tipo, escritos, auditivos o audiovisuales, los cuales en la mayoría de los casos, son difundidos después de ser editados, en los diferentes medios. Una vez conocido el concepto y ratificado su uso mediante la experiencia televisiva con la que contamos, nos podemos preguntar hasta qué punto es lícito su utilización para obtener información. Sin duda alguna, la labor del periodista es hacer un servicio a la sociedad por medio de sus textos, o con otras palabras dar la información elaborada necesaria a las personas para que éstas puedan forjarse una opinión responsable sobre un tema.

Si lo que queremos es informar responsablemente sobre un tema ¿no se deberían obtener la información necesaria para hacer el texto informativo siguiendo esa misma característica? Cuando un periodista de paisano va con cámara oculta a intentar obtener información de alguien, el periodista automáticamente juega con unas reglas mucho más ventajosas dejando en un plano muy inferior a la supuesta fuente y ayudando a la tendencia posmoderna de enfrentar el espacio público y privado. Podemos pensar “pero en muchos casos si el periodista se da a conocer como tal, no podría haber conseguido la información que necesitaba”. Sin duda alguna eso es cierto, pero un periodista al igual que un trabajador de cualquier campo, ha de demostrar que puede hacer bien su trabajo llevando su profesión por delante. Pongamos un ejemplo, ¿no es raro que un trabajador de la construcción vaya ala obra con una indumentaria propia de un bombero? ¿O que un bombero vaya a apagar un fuego con un traje de buzo? Pues si lo pensamos bien igualmente de ridículo puede sonar el que un periodista, a la hora de realizar su trabajo no se de a conocer.

Uno de los ejemplos que podemos encontrar actualmente de este tipo de “periodismo” es el programa de Tele5 “Diario de…” presentado por Mercedes Milá. En éste podemos encontrar interesante reportajes, todos con carácter de denuncia que utilizan en mucho de los casos los métodos que estamos analizando para conseguir información.

Según el Libro de Estilo Vocento de José Martínez de Sousa, en su punto 1.2.14. dedicado a los “Métodos de investigación” expone que “el periodista debe evitar la suplantación de identidad y los métodos encubiertos para conseguir información […] siempre es preferible que el periodista se identifique como tal.” Hay que decir también que este libro de estilo también incluye la admisión de estos métodos si la información que se va a conseguir sea de “excepcional relevancia y no susceptible de conocerse de otra forma”…pero ¿quién decide esa excepcionalidad? y ¿de verdad se agotan los métodos “tradicionales” antes de utilizar los en cubierto? Otro de los puntos que hay que tener en cuenta ante esta práctica es su legalidad. Todos sabemos que tenemos el derecho de imagen, el de honor y de intimidad, por lo que ¿nos encontramos ante un método ilegal? Esta pregunta tiene varias respuestas según al caso ante el cual nos encontremos. Sí es cierto que en el artículo 20 constitucional reconoce y protege los derechos a la libertad de expresión que es lo que al fin y al cabo le da la legitimidad al trabajo periodístico pero también es cierto que en el número 4 de este artículo se establece que esas libertades tienen su límite en el respeto a los derechos mencionados con anterioridad. Esta ley, como todas en general, tiene sus excepciones. En este caso se reconoce que el derecho a informar prevalece sobre el de honor, imagen e intimidad si la información sea de interés general y no particular, es decir que no se emita solo por el mero hecho de satisfacer la curiosidad de una persona, de un programa en concreto, de una empresa, etc.

A todo esto y viendo la poca especificidad de cuáles son los supuesto en los que sea legítimo utilizar cámaras ocultas (por poner un ejemplo), tenemos que unir un factor socio-tecnológico muy importante: casi todas las personas somos cámaras de televisión en potencia. Hoy día debido a la tecnología actual tenemos en nuestro haber multitud de utensilios los cuales, con gran calidad incluso, pueden tomar imágenes o vídeos muy fácilmente, por lo que ¿en qué lugar queda nuestra tranquilidad al expresarnos, al actuar, al vivir? ¿nos encontramos ante un gran hermano el cual puede conseguir informcaión sin que seamos consciente de que está a la escucha? Si un método en cubierto se puede utilizar si la noticia “es considerada de interés público” ¿cualquiera puede considerar una acción cotidiana de ese interés y divulgarla?

Estas preguntas, aunque parecen sin respuesta, sí las tienen. Solo hay que echar mano de la ética periodística y sopesar si lo que interesa es buscar la noticia de cualquier forma, no atendiendo a unos derechos mínimos y por lo tanto caer facilmente en el periodismo sensacionalista o ejercer como periodistas responsables e intentar obtener un texto informativo contrastado e intentado ir por la legalidad y no por las pequeñas rendijas que ésta puede dejar abiertas. El debate está servido y ambos caminos son igualmente fáciles de escoger, pero ¿cuál es el correcto?

1 comentario:

Leo García-Jiménez dijo...

Buenas León Rojo!

Enhorabuena por el blog... te seguiré de cerca, jeje.

Un abrazo,